La Trágica Historia de Nina Dyer en la Moda
Anuncios En 1965, Vanidades trajo a la luz una inquietante teoría: una maldición parecía perseguir a las reinas de las pasarelas parisinas, acabando con sus vidas de forma trágica. Entre las historias mencionadas, la de Nina Dyer, conocida como «La gloriosa Nina», es quizás la más impactante por el contraste entre su opulenta vida y su trágico final.
La deslumbrante vida de Nina Dyer
Nina Dyer nació en Inglaterra, hija de un abogado radicado en Ceilán (actual Sri Lanka). Desde muy joven llegó a París, donde rápidamente se convirtió en musa de Christian Dior. Vestida de sedas, pieles y joyas, Nina conquistó la escena de la moda y también los corazones de los hombres más poderosos de su tiempo.
En 1954, el barón alemán Henri Von Thyssen quedó perdidamente enamorado de ella. Se casaron y Henri le regaló un paraíso privado: una isla tropical equipada con un aeroplano, dos automóviles, tres elefantes, una pantera negra y medio millón de dólares en ropa y joyas. Sin embargo, tras solo diez meses de matrimonio, Nina decidió divorciarse. Henri aceptó la separación con generosidad, otorgándole tres millones de dólares en pensiones.
Tres años después, en 1957, Nina conoció al príncipe Sadruddin Aga Khan, tío de Karim Aga Khan. A pesar de que ella era cuatro años mayor, el príncipe quedó rendido a sus pies. Su matrimonio superó en opulencia al anterior, ya que Sadruddin parecía competir con los recuerdos del barón alemán. Sin embargo, ni las riquezas ni la posición pudieron llenar el vacío emocional de Nina. Angustiada e insatisfecha, la pareja se divorció en 1962.
El ocaso de una diosa
Tras su segundo divorcio, Nina Dyer se aisló del mundo en un lujoso palacete en Garches, a 12 millas de París. La que alguna vez fue una de las mujeres más admiradas y deseadas del mundo vivía ahora encerrada, acompañada únicamente por dos leopardos negros, once perros y tres cotorras.
Amigos cercanos comentaron que Nina estaba profundamente deprimida, solitaria y nerviosa. La noche de su muerte, después de regresar de una fiesta, decidió poner fin a su vida tomando un frasco completo de somníferos. Tenía solo 35 años.
Su exesposo, Sadruddin Khan, aún profundamente enamorado, organizó un sepelio en secreto para evitar el escándalo. Sin embargo, 24 horas después, París despertó con la noticia de que su adorada Nina había muerto. Ni las joyas, ni los palacios, ni los amores millonarios pudieron disipar el peso de la supuesta maldición que parecía perseguir a las modelos parisinas.
Reflexión final
La historia de Nina Dyer es un claro recordatorio de que el lujo y la fama no garantizan la felicidad. Su trágico final, junto con los de Lucky, Nathalie y Genreid Cameron, refuerzan la teoría de que detrás del glamour de las pasarelas parisinas se esconde un lado oscuro que muchas de sus protagonistas no lograron superar.
Más de seis décadas después, estas historias siguen fascinando y desconcertando al mundo. ¿Fue realmente una maldición, o el reflejo de las exigencias inhumanas de una industria implacable?